Ya casi es media noche. Te fuiste y heme aquí rodeado de recuerdos. Recuerdos que empezaron con aquel místico y casi eterno primer beso, hasta el más reciente que como fábula llegó a nosotros hace dos noches.
¿Cómo olvidar tú primera pregunta. Aquella simple pregunta que tanto repetías “¿Por qué no llegaste antes a mi vida?” hoy tiene sus respuestas.
El universo todo lo acomoda en su justo lugar. Ambos, ávidos de amar fuimos lanzados a una misma prueba.
― ¿Quieren amor? ― nos preguntó el universo. ― Ahí lo tienen. Tomen su camino y conozcan como se ama.
Tú saliste en vuelo de palomas, surcaste espacios prohibidos, sembraste estigmas, rompiste reglas, edificaste sueños, forjaste una estructura que aparentaba ser sólida. Conociste un amor, lo definiste como amor, lo idealizaste como amor.
Yo emprendí a ciegas el camino. Un sendero que ensordeció mi estirpe, enlodo mi alma y exprimió a mí ser. Busqué el amor, creí en el amor. Pero no era amor.
Justo ahí nos cruzamos en nuestras vidas, y hace unos días, meses después de aquel primer beso casi eterno, se apareció raudo y firme el universo. Esta vez no preguntó, sólo afirmó:
― Esto que ambos están viviendo y disfrutando, sí es el amor. La experiencia anterior que les puse como prueba, era solo para que aprendieran que es lo que no debemos vivir cuando dos personas se aman de verdad. Lo que ambos vivieron, fue una vil pesadilla fantaseada como amor. Si se hubieran conocido antes, no hubieran aprendido esta lección.
¿Por qué no llegaste antes a mi vida?. No hacía falta. El destino lo tenía todo fríamente calculado. Llegamos a tiempo y seguiremos en el tiempo.