¿Cómo pude estar tan ciego? Estabas a mi lado y te veía tan lejos. Maldita ceguera, esa que uno se impone para no ver lo que salta a la vista y lo que brilla en demasía. Esa ceguera que regala insomnios y desgarra sentimientos… Pero no todo es eterno; incluso la ceguera. Un día llegaste de una forma diferente y extirpaste las dolencias de mi vista. Es más, activaste uno a uno mis sentidos. Y pude verte, hablarte, escucharte, sentirte, olerte y hasta tocarte. Y llegaste y te quedaste para llenarme de ti, de tu sonrisa, de tus mimos, de tus manías, de tus besos, de tu olor, de tus alegrías. Llegaste para arroparme en tus brazos, cobijarme en tu vientre, embeberme en tu sexo. Llegaste para alterarme las ganas y hacerme sentir vivo.
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