Cuantas veces al día repito tu nombre. Sí, tu nombre. Es una hermosa sensación, porque al pronunciarlo, aunque sea para sólo decir “TE AMO” mi boca se inunda de miel de abeja producida en primavera. Esa época del año en que las flores anuncian con colores que tú sigues ahí aunque te hayas ido a descansar y los pájaros desde aquellos árboles lejanos te dicen que yo estoy aquí, solo embriagado en tus recuerdos. Sí, aquí viviendo de tu nombre, de ese apodo que nos hemos puesto, mientras tiemblan mis dedos imaginando tus besos.
Decir tu nombre, es almacenar la tenue música de un suspiro que se pierde en el aire mientras busca tu eco. Es olvidar cuantas noches he intentado besar tus recuerdos, y creerme ese macho que todo lo puede, que todo lo ignora, al que todo le es fácil. Mentira, puras mentiras… La verdad es que te necesito a mi lado… aquí a mi lado.
Decir tu nombre, es más que alzar las manos y abrir el pecho para deletrearlo y en cada letra soltar hasta la ultima gota de amor que se desborda de mi pecho. Es sentirme un árbol florecido, es anidarte en mis ramas y aún es mucho más que eso. Y tú lo sabes.
Decir tu nombre, es saborear la belleza femenina, toda concentrada en esas letras. Esas hermosas letras que me dan la alegría, la paz, el amor.
Decir tu nombre es decirme a mi mismo que existe el amor y que lo estamos disfrutando.
Son las 5:40 am. Desde la soledad de insomnio te confieso que te extraño.
Hola Mirache! Pasamos a informarte que tu texto ya esta publicado en el taller.
ResponderEliminarSaludos!