Lo inamovible adquirió vida
para escucharnos sentir
y alguno que otro pájaro que dormía
revoloteó contagiado por un toque de envidia.
Un gallo cantó a deshora,
un gato prefirió dejar ir a su presa,
un árbol suspiró de nostalgia
y el pasto seco empezó a ponerse verde
sin que hubiera que regarlo.
Anoche embotellamos el tiempo vivido
y lo lanzamos al mar contándoles a todos un secreto.
Un hermoso secreto en donde confesamos
qué existe más allá del amor.
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